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domingo, 16 de junio de 2013

No siempre "madre solo hay una y padre cualquier"...

16:50
Feliz Día Papá…

Según nuestras fuentes, especialmente Wikipedia porque a nosotros también se nos alborota el facilismo, el día del padre se celebra desde el año 1909 a raíz de la genial idea de una noble mujer, seguramente desocupada, quien en la celebración del segundo año del día de la madre pensó en seleccionar una fecha para celebrarle también el día a los padres. Pero a los padres que tienen hijos humanos, no a los “curitas”, ni a la primera persona de la santísima trinidad.


La idea consistía (lástima que ya no sea así) en tener un día al año para resaltar la labor que dentro de la familia y de la sociedad en general, desarrollaba un hombre con sus hijos. Todo ese lúcido proceso mental inspirado en la vida de un reproductor en potencia que al quedar viudo, crió a sus cinco hijos dizque de manera ejemplar. ¡Vaya uno a saber!

Originalmente la idea era que la misa (porque era con misa y todo) se celebrara el 5 de junio, día del cumpleaños de Mr. Smart, nombre del reproductor aquel que se quedó “embalado” con cinco chinitos. Pero como se les hizo tarde y en ese tiempo, igual que hoy en día todo se dejaba para última hora, entonces dijeron “se le hace pero se le demora” y corrieron la fecha dos semanitas más.

Fue así como el primer día del padre se celebró con una misa en Washington el 19 de Junio de 1910. Ahí tienen datos para que impresionen visitas y chicaneen con información que no sirve para nada.

A pesar de que en ese entonces no existían las redes sociales ni la Negra Candela, la voz se corrió y se empezaron a hacer misas como pan caliente a lo largo y ancho de Estados Unidos.

15 años después, llegó el presidente de Estados Unidos de la época, el señor Calvin Coolidge, y con ganas de echarse unos adeptos al bolsillo, declaró la fecha celebración nacional en 1924.  Luego, en  el 66 llegó otro presidente, Lyndon B. Johnson y para no dejarse echar tierra dijo que la celebración sería el tercer domingo de junio. Y firmó un documento e hizo un evento todo cuchi-cuchi y hubo muchos lagartos y fueron todos muy felices.

Para no seguir plagiando a Wikipedia (ya da como pena), con el tiempo, poquito porque estos gringos no pierden oportunidades, decidieron que había que darle regalos a los papás y empezó el concierto de promociones, mezclando lo sentimental con lo comercial. Hoy en día, aun muchos tiernos caen en la trampa creyéndose buenos hijos.

Como ustedes entenderán, la vaina les funcionó tanto que lo vieron como un producto de exportación y ahí caímos nosotros. Este pueblo “auténtico” en el arte de copiar, que ve en lo de afuera su salvación y redención.

Y bueno, acá estamos en Colombia, viendo cómo el día del padre se nos volvió otra excusa para mover la economía, para sacar salditos y generarle culpa a ese pobre infeliz varado, que si no aparece con regalo ese día, será un mal hijo de por vida.
Entonces el consumismo (bendito para nosotros los publicistas) genera mensajes seductores para tocar la “sensibilidad” de cuanto incauto va por la vida creyendo que vivir es solo respirar. Y esos mensajes se simplifican con una sencilla frase; “Feliz Día Papá”.

¿Y cuál es el requisito para que te la digan? Sencillamente que te hayas reproducido. No importa cómo ni cuándo. No importa si el preservativo se rompió, si lo hiciste embriagado o drogado o en un ataque de pasión incontrolado, o como sea. Lo que importa es que hayas engendrado. ¡Eso te hace padre! No importa lo que hagas en adelante con esa nueva vida, no importa si eres un buen padre. No, lo que importa es que multiplicaste la especie. ¡Vaya error!

Rayando con esos lugares comunes, debemos decir que en nuestro país (y en el mundo en general) para manejar un carro necesitas permiso, para portar un arma necesitas permiso, para salir del país necesitas permiso, para crear una empresa necesitas permiso, para vender trago necesitas permiso, para muchas cosas necesitas permiso. Pero para ser padre NO (eso, al parecer no es importante). Solo requieres de una erección, de una compañera fértil o igual de irresponsable y ¡zuácatelas!, eres padre. “Feliz Día Papá”.

Pues esta entrada no va dedicada a ninguno de esos machos cabríos que llevados por el destino o el instinto, hoy pagan cómodas cuotas mensuales porque “la responsabilidad está por encima de todo”.

Estas letras se las dedicamos a esos padres que han sabido aportarle soluciones al mundo. Esta entrada está dedicada a mí papá… y al tuyo si crees que ha estado ahí corriendo tras de ti corrigiendo con ternura.

Ya es hora de desenmascarar a los cretinos que le han dado fuerza y motivos a la frase “madre solo hay una y padre cualquier hijuetantas”. Difiero, diferimos, difieran con nosotros…
Esta entrada es una publicación de amor. Una entrada escrita por un hombre para otro hombre. O si se quiere, un texto secundado por mi parte femenina, lo cual me licenciará para usar cierto lenguaje y cierto tono. Como seguramente me van a malinterpretar, ojalá puedan perdonarme todos los homofóbicos que infortunadamente tienen voz y voto en nuestro país.

Padres hay muchos. Están los padres de la patria, del Rock,  los de las revoluciones, los padres putativos, los padres que son una madre y en México, hay hasta cosas que son “muy padres”.

Mucha gente habla sobre los papás y tenemos sobre ellos diferentes opiniones. Hay padres admirables como el de Nemo o el de Simba y otros más cuestionados como Abraham, que subió a su hijo a una loma por indicaciones divinas y que gracias a que Isaac era ventrílocuo evitó que su papá lo sacrificara. También está don Guillermo Tell, que probaba su valentía de una manera muy curiosa, porque hasta donde sabemos no era él quien se ponía la manzana en la cabeza. O el otro, el famoso, que como prueba de amor hacia los seres humanos nos mandó a su hijo para que lo volviéramos ropa de trabajo acá.

En fin, padres hay de todos y con unas maneras extrañas y particulares de amar.

También está mi papá, un hombre sin mayores pretensiones que “sacar a sus hijos adelante”. Nunca supe delante de qué o de quién. Nunca supe si lo logró o no, tengo mis dudas. Sin embargo hay cosas para agradecer y reconocer, hay cosas para honrar y aprender.

En ese orden de ideas, feliz día para esos hombres que saben enseñar a sus hijos a vivir, que no castigan y que saben corregir con ternura. Para esos hombres realmente responsables que saben que “los defectos del hijo son los errores del padre”.

Feliz día para esos que nos enseñaron a montar en bicicleta y que nos curaron las peladuras de las rodillas mientras, con una sonrisa, nos decían en qué la habíamos “embarrado”.

Feliz día a esos hombres que en cada uno de sus hijos plantean una solución para el mundo. Que enseñan con ejemplo y que conscientes de sus limitaciones impulsan a sus hijos a ser mejores seres humanos.

Feliz día para el que dejó de comprar esa camisa soñada por llevarle a su hijo el juego de moda o cualquier pendejada que el “culicagadito” quisiera.

Feliz día para ese que entiende, que ser papá no es pagar una cuota mensual para ganarse el derecho de chicanear con sus hijos en FaceBook.

Feliz día para esos hombres que ven en sus hijos la prolongación de su especie y la reivindicación de sus pecados.

Para esos hombres que dan buen ejemplo y que cuando se equivocan nos muestran que corregirse es una obligación con la vida.

Feliz día a esos padres que entienden que la libertad no se delimita con prejuicios tontos.

Feliz día para esos padres que no se deleitan diciéndonos “te lo dije” y que también aprenden de lo que nosotros aprendemos, porque saben que el entendimiento siempre va más allá.

Feliz día a esos padres amorosos que encontraron la manera de hacernos sentir amados y apoyados. Hombres buenos creadores de hombres nuevos. Hombres buenos aprendices del amor.

Feliz día a esos padres que cuando discuten con sus hijos, están abiertos a reconocer que pueden estar equivocados y que lo reconocen cuando es justo, sin creer que eso los disminuye como seres humanos.

Feliz día a esos padres que ayudan a sus hijos a reinventar el poder, que no atropellan, que no manipulan, que dejan volar.

Feliz día para esos padres que siempre supieron la importancia y la absoluta trascendencia que implica jugar o reírse o sentirse protegido y acompañado.

Feliz día para esos padres que entendieron que llevar más alto y más lejos a los hijos se hace a punta de libertad, de ensayo y error pero con constante corrección.

Para esos que sin manipularnos, nos enseñaron a usar el libre albedrío y nos enseñaron a ser generosos sin ser pendejos.

Feliz día a esos padres que amaron y respetaron a nuestras madres y que nunca mezclaron el papel de ser esposos con el de ser papás.

Para ellos nuestra más profunda felicitación. Nuestro respeto y admiración, nuestro afecto infinito… Nuestro amor y esta dedicación.



PD: Terminando de escribir esta entrada, John Parker Castro y Eutimio se me acercaron con carita de Giordano entristecido y me pidieron que les dejara incluir unas palabras, como regalo, porque estaban dizque “pelados” y querían tener un detallito con sus progenitores. Y como ellos son los que mandan, me tocó…

-Nota personalizada para el papá de John Parker Castro: (Un recuerdito para don Manuel)
Yo a mi papá le  agradezco que me haya enseñado a trabajar, a no esperar nada de nadie, a que yo soy suficiente para manejar mi vida, a que unas neuronas bien conectadas son suficientes para conquistar el mundo. Nunca voy a olvidar cuando me dijo que me regalaría mi primer carro…  yo andaba en los carros de él, pero este sería mío, ¡el primero!
Estaba muy ilusionado, él me decía que era bueno, que me iba a gustar y como siempre ha sido un experto en el cuidado de los carros yo pensé que mínimo me daría un Ferrari (o por lo menos un mazdita 323).   El día llegó, me dijo que pasara por el taller de Carlos, que allá estaba mi regalo.  Me tardé más en cerrar la puerta que en llegar donde Carlos. Entré, vi un Renault 4 negro, bajito, rines momo, Pirelli P7, pintura impecable, caja al piso, timón y pedales momo, silletería en cuero, sunroof… mejor dicho, me hice pipí unas dos o tres veces cuando lo vi. ¡Amé a mi papá!
Fui corriendo a buscar a Carlos, él notó mi emoción y solamente me entregó unas llaves.  Me acerqué al carro, traté de meter la llave y no entraba, cambié a la otra, tampoco entró.  Voltee buscando a Carlos, con cara de ¿qué está pasando aquí? Él sonrió y me señaló con la boca un Renault 4 en la esquina del taller, color azul “baldosa de baño”, las latas oxidadas, llantas casi lisas, los 4 rines diferentes. Adentro tenía unos tubos en el techo y solo las dos sillas delanteras con varios rotos. Cuando le di la vuelta, en la puerta tenía unas burbujas pegadas y el nombre de una lavandería. Carlos me dijo con cara y tono de ironía; “ese, ese es su carro John Parker, disfrútelo”.
Me devolví donde mi papá con sangre en los ojos, con la decepción en la punta de la lengua, y le dije que yo no quería esa basura… a lo que él me respondió: “Johncito, eso es para que lo arreglemos, para que lo dejemos como quieres tenerlo, no sería divertido si solo te lo entrego finalizado, es mejor armarlo uno mismo y meterle amor”.
Eso señores, ha sido una de las más grandes lecciones de mi vida, la aplico a cada cosa que hago, cada acción que tomo, siempre, por más fea que vea la situación, sé que con un poco de amor y esfuerzo se pueden lograr cosas extraordinarias. ¡Gracias Pá!

-Nota personalizada para el papá de Eutimio: (Don Emilio, mire cómo lo quieren, y eso que su hijo se cree muy rudo)
Yo no voy a agradecerte Papá lo que por derecho propio ya te has ganado. Hoy quiero agradecerte otras cosas menos manoseadas por el mercadeo, el consumismo y por los lugares comunes… Hoy quiero agradecerte por haberme enseñado con ternura y con paciencia a jugar ajedrez. Gracias viejito por las metáforas, por esa lucidez al comparar la vida con un juego de ajedrez. Gracias por ponerte feliz y orgulloso cuando empecé a ganarte… No es fácil alegrarse cuando uno pierde. Después entendí que tu victoria como padre estaba fundada en conseguir que yo te superara, gracias por enseñarme que mi victoria como padre aparecerá cuando mi enano sea quien me supere. Gracias por haber sido un Dios para mí y por haberme alentado cuando descubrí que no eras tanto. Gracias por la paciencia que tuviste con la altanería de mi adolescencia. Gracias viejo por haberme enseñado que entender era más valioso que tener. (Pá, ¿paso y me invitas una cocacola?).

2 comentarios:

  1. Estoy conmovido. No sabía que detrás de un publicista se escondiera tanta sensibilidad (digo, con todo respeto, porque uno se los imagina como fríos, calculadores y excéntricos 'creadores de necesidades'... #Lol). Cuando falleció mi padre, pensé que había sido el mejor de este mundo y sus alrededores; un año después de su partida llegó mi hija, y es durante estos años de paternidad (para la cual no existen manuales, sólo ensayo y error), que caí en cuenta que el mío cometió errores inexcusables, pero bueno... a pesar del todo, no fue un mal tipo. Y le agradezco la sólida formación axiológica. Eh!! Me acaba de entrar una basurita en el ojo; me la enjuago, y regreso...

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  2. Mientras tanto me pregunto... Esos hombres que se hacen llamar padres, aquellos que no quisieron aceptar la paternidad, esos que abandonaron su(s) hijos a su suerte, o los que mes a mes son demandados por una cuota alimentaria... ¿Sentirán algo de remordimiento en este "día del padre"???

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